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lunes, 24 de enero de 2011

¿Todo tiene dos caras?

Enero, de Ianuarius, era en Roma el mes consagrado a Jano, el misterioso y poliédrico dios itálico de las dos caras. Deidad de la entrada y la salida, del pasado y del futuro, del orto y del ocaso, del principio y el fin e inventor del dinero y de las leyes, Jano preside las puertas cabalmente representado en su enigmático hieratismo bifronte. Si en la antigüedad hubiera existido el gremio de los economistas, Jano bien podría haber sido su patrón. Una regla de oro y uno de los aspectos más apasionantes de la economía es el doble filo, la dualidad, la ambigüedad esencial de todo o de casi todo. El tipo de interés, la inflación, el valor de una divisa nunca es algo intrínsecamente bueno o malo. Todo depende. Depende de para qué o para quién y depende de las demás variables. Todo es relativo y correlativo. La fase expansiva también tiene su cara y su cruz y su ying y su yang, la recesiva.

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